Escribir la historia de una ciudad nos sumerge en un laberinto de pasiones encontradas, de enconos y divergencias, de aspiraciones y proyectos comunes, de lucha permanenete por poder y riqueza, de expansión, gloria, fortuna y/o decadencia; nos convierte en observadores de la vida cotidiana, implica reencontrarnos con costumbres que se consideraban olvidadas, pero sobre todo, lo más importante, nos permite detectar aquellos factores que van identificando a sus habitantes con el centro urbano, que superan barreras etnicas, lingüisticas, sociales, o económicas; nos posibilitan detectar esos elementos que le van dando a la ciudad su razón de ser, esa identidad de la cual todos se sienten orgullosos, y que con el paso pasa a convertirse en una pertenencia urbana.
Puebla de los Ángeles presenta una historia social de larga duración, viva, de éxitos y sinsabores, con hombres y mujeresy niños que con mucho esfuerzo fueron contruyendo, día a día, el centro urbano; que lo fueron transformando, moldeando y enriqueciendo con su quehacer cotidiano. Pensamos desde los albores del siglo XXI en recorrer la cuadricula urbana, retrotraernos en el tiempo, caminar por las calles del centro, observar las grandes residencias, sin olvidar los humildes barrios indígenas que rodeaban la antigua traza; mirar el emparrillado urbano desde la calle de la Barranca o desde lo alto del cerro de Loreto para divisar como se erige y se transforma la ciudad al paso del tiempo, reflexionar sobre el río de San Francisco (hoy convertido en vertiginoso boulevard), cuyo curso de agua se encontraba indisolublemente ligado con la vida urbana, al tiempo de intentar captar los problemas cotidianos de la ciudad.